Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl problema de la dieta mediterránea
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Carlos Escolano

El problema de la dieta mediterránea

 

Todo, absolutamente todo, hace falta darle su contexto, actualizarlo y matizarlo;  y de eso quiero hablarles hoy.

 

La mayoría, creo, sabemos que la dieta mediterránea es la más estudiada en todo el mundo, y a la que se le atribuyen múltiples beneficios.

 

Estos beneficios vienen por un lado de las cualidades preventivas y terapéuticas de sustancias fitoquímicas, que contienen las especias y aderezos de plantas mediterráneas (como tomillo romero, orégano, azafrán, ajo, pimentón, aceite de oliva, alcachofa, etcétera) y, por otro, del estilo de vida mediterráneo.

 

Esto es importante, ya que no es la dieta en sí (que también), sino, podríamos decir, que la mitad de los beneficios están atribuidos al estilo de vida que llevamos.

 

Para que vean la importancia de esto: una persona alimentada con comida basura pero que hace una hora de ejercicio vigoroso al día, se expone al sol con moderación (se levanta y acuesta con él) y mantiene relaciones sociales, versus otra persona, con dieta mediterránea, sedentaria, expuesta a luz artificial, solitaria y con jornada laboral nocturna. Tendrá indudablemente peor salud que la persona con dieta basura.

 

¿Por qué sucede esto? Pues porque aunque la alimentación no sea adecuada, el sol, la adecuada sincronicidad hormonal con los ritmos circadianos, las buenas relaciones sociales y la actividad física diaria, compensan la mala alimentación que uno pueda llevar.

 

Por eso no me gusta hablar de dieta mediterránea, sino más bien de estilo de vida mediterráneo.

 

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De hecho, un sesgo muy común a la hora de realizar estudios en seres humanos y, en particular,  al estudiar la dieta mediterránea es precisamente este, los resultados se ven alterados por la presencia o no de ese estilo de vida en los sujetos estudiados.

 

Otros estudios publicado se encargan de analizar alimentos en concreto, como el aceite de oliva o la granada. Que es cierto que contienen potentes antioxidantes y sustancias antiinflamatorias, lo cual está muy bien, pero que de poco sirven si el resto de acciones rutinarias que realizamos en nuestro día a día van en la dirección contraria.

 

Otro tema muy interesante es que los alimentos de hace ochenta  años, no son los alimentos de ahora.

 

Poca gente se da cuenta de esto, pero el trigo que se cultivaba, con el cual se hacía harina (y a su vez el pan) es completamente distinto, está modificado genéticamente (para tener más gluten), tratado con gran cantidad de pesticidas y sufre un fuerte proceso de refinado que resulta en un producto de peor perfil nutricional y calidad. Está detrás en parte de la pandemia de problemas digestivos e hinchazón que padece gran parte de la población. Por no hablar de la técnica de elaboración, que también es totalmente distinta, quedando ya pocas panaderías que realicen el método lento tradicional empleando masa madre con una o dos fermentaciones y sin añadir aditivos para mejorar su durabilidad y textura.

 

De igual modo sucede con el arroz, antes integral y sin procesar. Ahora sin salvado, descascarillado, blanqueado y pulido, y por tanto sin vitaminas ni proteínas que eviten picos glucémicos, además de ser de peor calidad.

 

Por todo ello, cuando vemos en la pirámide nutricional mediterránea los hidratos de carbono, debemos entender que su consumo no es equivalente a antaño, nutricionalmente hablando. También debemos comprender, que nunca se utilizaban en grandes cantidades.

 

Por ejemplo en Italia (a diferencia de España), la pasta nunca es plato único y en grandes cantidades, siempre es un acompañamiento en cantidades que aquí consideramos 'pequeñas'.

 

En el segundo lugar de la pirámide, están las frutas y verduras, y sucede de igual forma. Ya que se seleccionan cada vez variedades más dulces de frutas para su cultivo y consumo, incluso se modifican genéticamente para que sepan literalmente a chuches. Por su parte, las verduras crecen con carencias en magnesio, puesto que rara vez incorporan fertilizantes con dicho mineral, además de recibir una buena dosis de pesticidas con más que dudoso beneficio para la salud humana (especialmente en consumo habitual).

 

Visto el panorama de diabetes, enfermedad cardiovascular y cáncer que esto puede estar causando (recuerden junto al estilo de vida moderno), es comprensible que algunos nutricionistas aboguen por invertir la pirámide nutricional, en el sentido de reducir al mínimo el consumo de los 'actuales' hidratos de carbono, moderar las frutas y verduras y aumentar el consumo de proteínas de origen animal.

 

También hay que recordar que no existe un hidrato de carbono esencial, pero sí proteínas y  grasas saludables esenciales, es decir que sí o sí debemos consumir para estar sanos.

 

Una alimentación y estilo de vida mediterránea teniendo en cuenta estas peculiaridades, es lo que nos dará como resultado mayor esperanza y calidad de vida, nosotros a diferencia de otros países lo tenemos muy a mano, al menos de momento.

 

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