Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl cuñao
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Juan Luis Pedreño

El cuñao


Hay que ver lo fácil que es habituarse a la tecnología. Ese invento de los humanos que, se supone, está orientado a hacernos la vida más fácil, más cómoda y con más oportunidades. El mejor ejemplo fue la puesta de largo de Internet en España. Hay que remontarse a 1990, con la primera conexión a la velocidad pasmosa de 64 Kbps. Algo así como 5.000 veces por debajo de la que tenemos hoy en nuestros equipos conectados a la fibra óptica de casa o del trabajo. En 1991 ya había mil ordenadores conectados a Internet y, hoy en día, no hace falta que les haga las cuentas. Internet, esa tecnología que dio origen a la tercera revolución industrial y que ya nos parece algo superado. Qué rápido se acostumbra uno a lo bueno. Para muchos, Internet ha formado parte de sus vidas desde siempre. Pero hubo un tiempo en que no existía Internet. Créanme. Eso de transmitir datos entre ordenadores era ciencia ficción. No les cuento enviar una foto, una canción o un vídeo. Pero bueno, esta tecnología del presente y del futuro, ya forma parte del pasado.

 

Demos un pasito más. Allá por 2002, Motorola y Nokia sacaban el primer concepto de smartphone. Este teléfono con pantalla táctil, aplicaciones y cámara de fotos. Luego llegaría el iPhone de Apple en 2008. El resto ya lo conocen. Tener un smartphone conectado a internet es de lo más normal. Lo contrario no tiene encaje en este mundo. Pero también hubo un tiempo en que los teléfonos llevaban teclado y pantallas pequeñas para recibir unas pocas líneas de texto. Y no hace tanto.

 

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Pero, en general, cuando se gana por algún lado, se pierde por otro. Es la vida misma. Y es aquí donde quería llegar. Quería recordar estas efemérides tecnológicas recientes porque también generaron daños colaterales. Me refiero a la brecha digital entre los que tenían acceso a estas tecnologías y los que no. Entre los que podían comprar online, reservar un viaje, inscribirse en un curso, pedir un certificado o generar documentos y los que no. También entre los que podían estudiar, reunirse, crear o difundir sus obras o hacer transacciones y los que no. Y esto se nota en la educación, el progreso, la asistencia o en el bienestar. Nos ha costado mucho poder alcanzar un grado aceptable de alfabetización digital.

 

Pues agárrense, que vienen curvas. El problema está aquí ya. Me refiero a la brecha que se va a producir entre los que pueden y saben utilizar los sistemas de inteligencia artificial y los que no. Aquí el problema será mayor que en los casos anteriores, porque la velocidad de crucero de penetración de la IA es exponencial. Ya tenemos decenas de aplicaciones con IA para todo tipo de tareas. Desde las profesionales hasta las domésticas. Y esto solo acaba de empezar.

 

A ver cómo lo resolvemos. Porque esto es imparable. Yo sigo insistiendo es que hay que empezar a familiarizarse con aplicaciones de IA para nuestro día a día. Sólo así podremos evitar esa brecha digital que se nos avecina. Aquí cobra importancia la figura del cuñado, que siempre tendrá esa recomendación de App con IA, que nos solucionará todos nuestros problemas. Prueben a ver.

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