Viernes, 12 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNJulio César y la falsa seguridad: un error que las empresas siguen cometiendo
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Marcos Pagán

Julio César y la falsa seguridad: un error que las empresas siguen cometiendo

 

El 15 de marzo del 44 antes de Cristo, Julio César ingresó al Senado sin sospechar que ese día marcaría su trágico final. Traicionado por su círculo más cercano, incluido su hijo adoptivo Bruto, su asesinato alteró el curso de la historia. Esta antigua tragedia ofrece lecciones valiosas para las empresas actuales, especialmente en lo que respecta a la seguridad interna. Como director de seguridad, he visto cómo muchas organizaciones cometen los mismos errores que llevaron a César a su caída: confiar ciegamente en su entorno, subestimar las amenazas internas y reaccionar cuando ya es demasiado tarde.

 

Uno de los factores determinantes en la caída de César fue su falsa sensación de seguridad. A pesar de recibir advertencias sobre posibles conspiraciones, las ignoró, confiando en su entorno. Este mismo error es común en muchas empresas, que enfocan sus estrategias en protegerse contra amenazas externas, como ciberataques o competencia desleal, pero descuidan los riesgos internos. Desde mi experiencia, sé que la mayor amenaza para una empresa no siempre viene desde fuera, sino desde dentro.

 

Este error es especialmente crítico en España, donde la vulnerabilidad empresarial ante incidentes de seguridad ha ido en aumento. Según el Centro Nacional de Inteligencia, en febrero de 2025, España se convirtió en el país más afectado por ciberataques a nivel mundial, superando a Estados Unidos e Israel. Sin embargo, lo preocupante es que muchos de estos ataques no se originan únicamente desde el exterior, sino que tienen su raíz en errores internos. Hasta el 90% de los incidentes cibernéticos a nivel global se deben a fallos humanos, según un análisis de CybSafe.

 

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En Cataluña, durante 2024, la Autoridad Catalana de Protección de Datos registró 182 filtraciones de datos en instituciones públicas, de las cuales casi el 60% fueron causadas por errores humanos, como el envío de información a destinatarios incorrectos. Esto demuestra que una empresa puede invertir en los mejores sistemas de seguridad, pero si no trabaja la concienciación y el control interno, su seguridad seguirá siendo frágil.

 

El asesinato de César no fue obra de un enemigo externo, sino de senadores de su confianza. En el ámbito empresarial, las amenazas internas, como el fraude, el sabotaje o la negligencia, pueden ser igualmente devastadoras. En España, las pymes de Baleares han sufrido alrededor de 1.500 ciberataques en el último año, con pérdidas medias de 30.000 euros por empresa, según el Centro Criptológico Nacional. Además, España ocupa el octavo lugar a nivel mundial en ataques de ransomware, con un incremento del 11% en 2024.

 

Como director de seguridad, advierto a mis clientes que el enemigo interno es el más difícil de detectar y el que más daño puede causar. Un empleado con acceso a información privilegiada, un fallo en los controles de acceso o una mala configuración en las autorizaciones pueden generar un impacto devastador. La mayoría de los incidentes de seguridad que gestiono no comienzan con un ataque sofisticado, sino con un descuido o una brecha interna que alguien aprovecha.

 

La historia también nos muestra que las decisiones mal gestionadas pueden tener consecuencias desastrosas. Los conspiradores que asesinaron a César buscaban restaurar la República, pero solo provocaron conflictos que llevaron al establecimiento del Imperio. De manera similar, una crisis de seguridad interna mal manejada puede destruir la reputación de una empresa y desencadenar consecuencias aún más graves.

 

Un ejemplo claro fue la campaña de ciberataques sufrida por instituciones y empresas españolas tras el anuncio del presidente del Gobierno sobre ayudas a Ucrania. Estos ataques, reivindicados por grupos de hackers rusos, afectaron a varias instituciones gubernamentales y empresas como El Corte Inglés, evidenciando la fragilidad de la seguridad empresarial ante amenazas tanto internas como externas.

 

Para mitigar estos riesgos, las empresas deben adoptar un enfoque integral de la seguridad. Desde mi rol como responsable de Seguridad, siempre insisto en que esto no significa solo instalar firewalls o restringir accesos, sino también implementar procesos claros, auditar regularmente los procedimientos y, sobre todo, capacitar al personal. La mayoría de los incidentes internos pueden evitarse con una buena formación en seguridad, procesos bien diseñados y supervisión activa.

 

Las empresas que logran este equilibrio son las que mejor resisten las crisis y se fortalecen a largo plazo. La lección más contundente de la historia de César es que la confianza ciega puede ser el peor enemigo. En el ámbito empresarial, esto se traduce en la necesidad de distribuir el acceso a la información de manera estratégica, evitando la concentración de poder en pocas manos.

 

En definitiva, la trágica historia de Julio César nos ofrece una enseñanza clave: la seguridad de una organización no depende solo de medidas externas, sino de su capacidad para gestionar los riesgos internos con inteligencia y prevención. Siempre recalco que la seguridad no es solo una cuestión de tecnología o normativas, sino también de cultura y conciencia. Las empresas que asuman esta realidad podrán transformar sus debilidades en fortalezas y mantenerse firmes en un mundo donde las amenazas, como en tiempos de César, pueden estar más cerca de lo que imaginamos.

 

Linkedin: Marcos Pagán

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