Lunes, 08 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl cuco
  • Buscar
Gabriel Vivancos

El cuco

 

La primera vez que oí hablar de un cuco yo era un niño.

 

Mis padres acababan de llegar de un viaje por Austria y se trajeron con ellos un gran reloj. El tradicional reloj de cuco austríaco. Ese que consiste en una típica casa del Tirol con varias figuras humanas en movimiento. Justo en el centro del mismo, una puertecita que se abre dejando salir la cabeza de un pájaro que emite el clásico sonido 'cucú' indicando las horas.

 

Recuerdo de niño pidiéndole a mi madre que manipulara una y otra vez las manecillas del reloj para poder contemplar al cuco emitiendo su característico sonido mientras mi hermana y yo lo observábamos sonriendo embelesados. Esto se ha convertido ya en una tradición familiar por la que han pasado mis sobrinos, mis hijos y ahora mis sobrinas. 

 

Ya, de adulto, dejó de gustarme este pájaro porque descubrí la verdadera naturaleza del cuco; no la del reloj, la del ave.

 

Resulta que la película 'Alguien voló sobre el nido del cuco' encierra en su título una gran mentira. El cuco nunca hace nidos porque… para qué trabajar si otros lo pueden hacer por ti.

 

Lo que sí que hace es poner en práctica la técnica del 'parasitismo de cría', que no es otra cosa que depositar un único huevo (la hembra de cuco nunca pone más de un huevo en el mismo nido) en el nido de otra ave (la huésped). La especie parasitada incuba el huevo como propio junto a los otros legítimos aprovechándose así el cuco del trabajo de otros.

 

Pero, no acaba aquí la historia, (y es que muchos sinvergüenzas no se hacen, vienen de cuna), sino que el polluelo de nuestro protagonista eclosiona el huevo un poco antes que sus hermanastros y se dedica a tirar los huevos restantes del nido para acaparar toda la atención. Si por casualidad, un hermanastro aparece, el cuco, al ser más grande, lo tira fuera del nido o simplemente espera que fallezca de inanición porque al ser de mayor tamaño acapara la mayor parte del alimento trabajosamente procurado por sus padrastros. 

 

Negocio redondo, otros hacen el trabajo y yo sólo me preocupo de eliminar a mis legítimos competidores.

 

[Img #8756]

 

              

Tal y como yo lo veo, en nuestra sociedad hay más de un cuco (o cuca para utilizar el lenguaje inclusivo). Hay demasiados oportunistas que parasitan a los verdaderos motores del crecimiento de la sociedad.

 

En torno a uno que trabaja hay muchos parásitos aguardando su cacho.

 

Supongo que esto siempre ha sido así y será. Siempre ha habido gandules que se han aprovechado del trabajo ajeno para prosperar o al menos subsistir. Hay quienes se han limitado a esperar que alguien invente algo para copiarlo, hay quienes han vivido de las rentas de otros (padres, hermanos o pareja) o simplemente hay quienes viven del cuento y del trabajo de los demás a través de un estudiado fraude (eso sí) de las ayudas públicas que ofrecen (incansables) las distintas administraciones. Por no hablar de los políticos corruptos que enarbolando el bien común, únicamente se preocupan del suyo propio.

 

Cambiar esta situación, se me antoja muy complicado puesto que, como el cuco, muchos caraduras vienen de cuna y lo hacen tan bien que no somos capaces de detectarlos.

 

Pero… ¿Qué hacemos cuando los descubrimos?, pues sencillamente… lo mismo que hacen muchas de las especies parasitadas por nuestro protagonista: seguir alimentándolos. No hay reacción.

 

Quizá sea porque gritan mucho y nos sentimos intimidados como la hembra del pequeño petirrojo o quizá porque somos demasiado buenos (tontos) y seguimos dejando que nos engañen a pesar de las evidencias,permitiendo que crezcan, se reproduzcan y eliminen a los legítimos hacedores del bien. 

 

En mi opinión, como digo, hay muchos cucos hoy día parasitando a los pocos que trabajan y producen la riqueza… son demasiados. Hay tantos que se corre el riesgo de que los buenos se conviertan en una especie en peligro de extinción y entonces llegue el hambre y el fin para muchos. Pero seguro que los cucos se las ingeniarán para seguir parasitando del individuo, de la sociedad o del Estado, al más típico estilo de las dictaduras bananeras. La pregunta que me hago es: de verdad, ¿Los vamos a dejar? Tiene toda la pinta.

 

Linkedin: Gabriel Vivancos

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.