Historias de la tele
Es el título de una película de 1965 protagonizada por Tony Leblanc y Concha Velasco que en pleno franquismo nos traía eso, distintas historias de la TVE única al hilo de un concurso, con la canción Una chica yeyé, que se compuso para Luis Aguilé.
Durante mucho tiempo, la TVE, en su modelo generalista (La 1), y en su faceta más cultural y documental (La 2), pues tenían que cubrir todo el tema informativo, de concursos, documentales, etc., etc.
Pero a partir de 1988 el espacio radioeléctrico y la señal de TVE se abrió (en concesión) a las cadenas privadas. Las primeras Antena 3, Telecinco y Canal Plus.
Lo lógico hubiera sido que la televisión pública hubiera ido cediendo terreno, parrilla de programación, a la iniciativa privada. Es decir, lo lógico y natural es que la televisión pública se concentrara en la programación de interés público, cultural, documental e informativo. Lo que es un servicio público pagado por todos los españoles.
Esto es, aquellos contenidos que podrían no ser interesantes desde el punto de vista comercial y de rentabilidad para el sector privado, fueran ofrecidos por el servicio públido de radiotelevisión en la medida que fueran de interés para la ciudadanía.
Esto parece lo sensato, pero no es lo que ocurrió.
RTVE continuó con un proceso de agigantamiento en sus servicios centrales y en toda la red regional – rápidamente clonada por las televisiones de los gobiernos autonómicos- hasta llegar hoy en día a una cifra de empleados cercana a los 6.800, un presupuesto de 1100 millones de euros, una deuda de 515 M euros, un porcentaje de compra externa de contenidos superior al 30% de su presupuesto……y un organigrama que ocupa 41 slide de power point.
En todo este contexto, se produce la contratación del presentador de un programa de éxito en la plataforma de pago Movistar Plus +, David Broncano. Vaya por delante que a mí es un profesional que me encanta, pero no tanto que lo contraten con mis impuestos -en estas fechas tan entrañables- por 28 millones de euros para dos temporadas.
Si las cuentas de RTVE grupo ya de por sí deberían hacernos reflexionar sobre el sentido de tamaña maquinaria de comunicación estatal en pleno siglo XXI, con la oferta de todo tipo que existe en materia de comunicación, el hecho de gastarse 28 millones de euros en contratar a un profesional para un programa que nada, nada en absoluto, tiene que ver con los contenidos y servicios que debe ofrecer la televisión pública, es sencillamente inaceptable.
Como igualmente lo es, por ejemplo, que estemos pagando con nuestros impuestos un programa de cotilleo, celebrities y asuntos del Corazón y la moda en la televisión pública, cuando la oferta en este sub género es abrumadora por radio y televisión privada, y para todos los gustos. Incluso para los que carecen de él.
Querido lector, haga la prueba de comparar la programación de las cadenas privadas con la pública. Todos, prácticamente todos, los formatos de programa que se dan en lo privado, se intentan reproducir en la pública, sin que nadie que yo sepa se lo exija: concursos, recetarios gastronómicos, corazón, salud, belleza, tertulias y así sucesivamente.
Al servicio publico de RTVE lo que se le pide es que ofrezca contenidos de calidad e interés público que por distintas razones no ofrezca la oferta privada.
Todo lo demás son historias de la tele, o más exactamente, los cuentos de la televisión pública.