Momias sin identificar
Antes de entrar en materia desconocido lector, y previo permiso solicitado a la dirección de este diario, me voy a despedir de ustedes hasta el próximo mes de septiembre. Estos meses del verano recién comenzado, julio y agosto, me aparto de esta ejemplar publicación y no les miento si les digo que dedicaré parte de mi tiempo de ocio y descanso para buscar nuevos ‘casos’ y nuevas ‘cosas’ de nuestra ‘Murcia que se nos fue’. Feliz verano para todos….
Este acontecimiento de las ‘momias sin identificar’ causó gran revuelo en la ciudad de Murcia y ocurrió en el mes de agosto de 1896 cuando se llevaron a cabo unas obras de restauración en la capilla de la Virgen de la Arrixaca en lo que se conocía como Iglesia Conventual de San Agustín, que es la actual Iglesia de San Andrés. La prensa de la época se hizo eco rápidamente del hallazgo de varios cadáveres, momificados, en el interior de la capilla y el suceso se conoció en toda la ciudad. Por cierto, que no gustó mucho al Obispado de Cartagena que se aireara este suceso por las especulaciones que se desataron y la alarma social que produjo tan hallazgo. En el periódico ‘Las Provincias’ se da cuenta de lo sucedido:
“Eran las once de la mañana, del diecinueve de este mes, cuando en el desván de la iglesia un albañil encargado de derribar las cubiertas que hay sobre el arco de entrada a la Capilla de la Arrixaca hace un macabro descubrimiento: dos grandes ataúdes de madera que contenían seis cadáveres completamente momificados. En el interior de los ataúdes se encontraban los cuerpos momificados de una mujer, tres hombres, uno de ellos de avanzada edad, y dos niños. Los cuerpos de la mujer y del anciano se encuentran bastante bien conservados. Dentro de la caja que contiene la momia del anciano se encontró además la suela y tacón de un zapato, el cual, después de haberlo examinado, pudimos comprobar que el tacón era de madera”.
Nada más publicarse en prensa la noticia comienzan las especulaciones e incluso son numerosos los curiosos que se acercan hasta la iglesia conventual para intentar ver los cadáveres momificados. A tal punto llega la curiosidad de los murcianos, y el enfado del Obispado, que se pide al Ayuntamiento coloque guardias que impidan el acceso al interior del recinto sagrado suspendiendo, incluso, todos los actos litúrgicos que, pese a las obras que se llevaban a cabo en la capilla de la Arrixaca, se celebraban en el altar mayor de la iglesia. El templo quedó cerrado al público.
Las primeras hipótesis que incluso se llegan a publicar en la prensa, en Diario de Murcia, apuntaban a que se trataba de los restos mortales de los antiguos Marqueses de Corvera fundadores y propietarios de la capilla de la Arrixaca, sus hijos y el sacerdote confesor de la familia, que precisamente era un fraile agustino. Esta teoría se desmonta enseguida porque los restos de los antepasados de los Marqueses de Corvera que estaban enterrados en esta iglesia ya habían sido trasladados hacía años al panteón que la familia tenía en la localidad de Archena.
Y también era difícil que los restos del anciano fueran los de Fray Juan Casquete porque este murió en 1729, ciento setenta años antes, y sus hermanos agustinos lo enterraron en el panteón que la comunidad poseía. Como no podía ser menos los murcianos también tenían sus propias teorías.
El pueblo empieza a rumorear a lo largo y ancho de la ciudad que el hallazgo de los cadáveres tenía algo de extraordinario y se inventan todo tipo de historias. Se dispara la imaginación popular y se habla de aparecidos, incestos, niños enterrados por ser hijos de los frailes, concubinato entre frailes y meretrices y así un largo etcétera que convierte el hallazgo de las momias en tema de conversación en todos los lugares de la ciudad.
En el Obispado estaban muy preocupados ante el cariz que estaba tomando este asunto y deciden intervenir. Don Félix Sánchez, secretario de cámara del Obispo y vicario en funciones de la Diócesis de Cartagena, deciden encargar al insigne doctor y antropólogo Emilio Sánchez García y al cronista de la Santa Iglesia Catedral Javier Fuentes y Ponte un informe sobre todo este asunto de las momias. Los dos se ponen manos a la obra y es precisamente el detallado informe de Fuentes y Ponte el que ha llegado hasta nuestros días. Este estudio de tan prestigiosos investigadores de la Diócesis de Cartagena tiene fecha del 26 de agosto de dicho año y dicen textualmente: ‘que los restos hallados debían pertenecer a alguna familia noble bienhechora de la comunidad de los Padres Agustinos enterrada en alguna de las capillas de la iglesia y que para evitar que los restos se perdieran o fueran mancillados durante el saqueo y profanación del convento en noviembre de 1835, tras la desamortización, algún familiar los sacó de su sepulcro y los colocó en las dos cajas en las que fueron encontrados en la capilla de Santa María de la Arrixaca’. El doctor también revela que las momificaciones no tienen nada de particular, parece ser que las condiciones del lugar en que se encontraban, un lugar con poca humedad y bien resguardado, hicieron que se produjera ese ‘fenómeno’. Este estudio realizado a las momias no deja nada a la improvisación e incluso se hace alusión a las ropas que visten los cadáveres e incluso anillos y alhajas que todavía portaban. Se habla de la pertenencia a la nobleza murciana precisamente por la riqueza de sus vestimentas de sedas y brocados.
Una vez realizado el informe, presentado al Obispo de la Diócesis y terminadas las obras en la Capilla de la Arrixaca, el Obispado, decide volver a dejar los restos en las cajas, tal y como estaban, y depositarlas en el mismo sitio que habían sido encontradas por los albañiles. Así mismo se da orden de colocar una lápida con las iniciales RIP. Además, se levanta acta de dicho enterramiento ante el Notario Oficial Mayor del Tribunal Eclesiástico del Obispado don Eleuterio Herrero. Hoy en día no se ha encontrado ningún tipo de escrito o partida eclesiástica de bautizo, defunción o matrimonio que haga posible la identificación de estos restos momificados que siguen siendo una incógnita en Murcia.