Salvando a la cerceta pardilla…
… O a otras especies que se debaten en nuestra Normandía, entre el fuego cruzado de bandos y bandas. Un 4 de octubre (hace hoy justo una semana) era la fecha elegida para el desembarco de las huestes murcianas, valencianas y castellano-manchegas en la playa de La Moncloa; les aguardaba el almirante prestidigitador Sánchez; juntos irían presumiblemente al rescate de aves tan extraviadas y tan en peligro crítico de extinción como la concordia.
Ante la magnitud del acontecimiento, una duda corroía mi mente: ¿sería esta cumbre tan ordinaria como otras? (Entiéndase ‘ordinaria’ en su doble acepción). “No ha sido un año corriente”, resonaba en mi memoria una de las frases más inspiradas del discurso de López Miras en junio ante la Asamblea en el Debate sobre el estado de la Región. Y, en efecto, no lo había sido, ni lo va ser este curso político en el que estamos inmersos. O quizá sí, tal vez sea más corriente de lo que creemos, porque han de abrumarnos indefectiblemente las altisonantes palabras y los escasísimos acuerdos. Y nos volveremos a pelear por decidir quién es peor.
Las sucesivas reuniones de los presidentes de Murcia, Valencia y Castilla-La Mancha con Pedro Sánchez, han ratificado una vez más esta sensación. Así es España; y Murcia es tan española como la que más. La incesante maldición de nuestros días, por muchos cuatros de octubre que vengan. Que algunos más vendrán preñados de fotos, como éste.
Sin embargo, la que tampoco cesa es la deuda, cual rayo furibundo se clava en el corazón de nuestra economía regional: más de 13.000 millones, somos la segunda comunidad más endeudada. Valencia se mantiene, no obstante, como la que más debe en términos relativos, con una deuda del 41,1% de su PIB regional a cierre del segundo trimestre. Le sigue Murcia con el 32,2% y Castilla-La Mancha con el 30,8%. A ninguna de las tres, les sirve de consuelo que la de España supere los 1,6 billones de euros (con B de Barcelona), una deuda escandalosa que soportamos con estólido estoicismo sobre nuestros hombros.
Resulta muy significativo que tres de las peores financiadas sean las más endeudadas; también lo es que esas tres (tres eran tres las hijas de Elena) fueran recibidas el 4 de octubre en La Moncloa, un mismo día para dejar pasar el tiempo. Que es lo que hicieron, entre sonrisas y apretones de mano. Luego, vendrían las bravatas para sus correspondientes hinchadas, siempre dispuestas a agitar sus banderas. Miras, Mazón y Page, por ese orden, desfilaron por los salones monclovitas, y regresaron orgullosamente pletóricos a sus respectivos reinos con la sensación de haberle cantado las cuarenta al croupier de Casino Royale.
La infrafinanciación protagonizó alguno de los enfrentamientos más memorables. "Esto es un agravio con una parte de los españoles que debe terminar ya", exclamaba Miras tras su reunión con Sánchez, al que espetó que la Región es la comunidad "peor financiada de España, la más infrafinanciada", los murcianos reciben "casi mil euros menos que los españoles mejor financiados" y casi 400 euros menos que la media del conjunto de los ciudadanos. Paradójicamente, el alicantino Mazón seguía reclamando para Valencia el dudoso honor de ser la peor financiada. El modelo de financiación, a Zapatero debido, continúa haciendo estragos, incluso causa disputas por ser la peor; ya es el colmo.
Realidades, ninguna
Sea como fuere, seis años y veinte cartas después, López Miras logró reunirse al fin con Pedro Sánchez, veremos con qué resultados. En su agenda, se apilaban otros asuntos tan trascendentales como el agua, el trasvase Tajo-Segura, las infraestructuras (entre ellas, el defenestrado Gorguel), la vivienda y, por supuesto, el Mar Menor. También aprovechó para expresar su rotundo rechazo a la financiación singular para Cataluña. El propio Miras admitía que no se llevaba a Murcia ninguna realidad. “El sí no me lo ha dado a nada", si bien guardaba la esperanza de "que las inconcreciones se puedan convertir en certezas". A veces, la retórica ‘mirasiana’ alcanza sublimes cumbres metafóricas.
Tampoco Mazón ni Page debieron obtener mejores resultados; aunque todos salieron triunfantes de la batalla (al menos así de ufanos se sentían), y posaron sonrientes para inmortalizar el histórico encuentro. Aunque sólo uno de ellos dejó una frase para los anales: “El pacto con ERC es un concierto como la copa de un pino, aunque lo escriban en arameo", Page dixit.
En la avifauna, las cercetas pardillas constituyen la especie de pato más valorada y característica en esta tierra de María, establecer una hoja de ruta para avanzar en su reintroducción podría ser la clave para asegurar su pervivencia. Por desgracia, esa táctica es prácticamente inviable entre los humanos; ¿cómo reinsertar el talento perdido? ¿Cómo recuperar ejemplares de la talla de quienes engendraron la Transición, donde derechas, centros e izquierdas llegaron a pactar pese a diferencias ideológicas abismales? ¿Quién se pone de acuerdo hoy en día? Aún es más, ¿quién lo intenta?
Cuántas veces me he llegado a preguntar qué méritos atesoran quienes nos gobiernan o aspiran a ello. La más parda legión abunda generosamente entre nosotros, ante el aplauso de unos y las palmaditas de otros; en los más soleados parajes, se solazan a su antojo. En los tiempos que corren, parece que designios inescrutables guían nuestro destino. O si no, miren a su alrededor, busquen, comparen … y si no encuentran nada mejor confórmense con Sáncheces, Feijores, Lópeces, Pages (con g o con jota) y otros semejantes. En el fondo, todos somos semejantes. Lo somos, a nuestro pesar.