Consejos para pacientes oncológicos
Cuando empecé colaborando con este periódico, mi primer artículo iba relacionado con la primera causa de muerte en el mundo, las enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, en este transcurso de tiempo, observo estupefacto como el cáncer coge protagonismo en nuestras vidas, para alcanzar ese tan odiado primer puesto, con una incidencia cada vez más elevada.
Este año 2024 cerramos con un incremento (respecto al año anterior) y así sucesivamente. Es tal la magnitud, que me siento en la obligación moral de compartir con ustedes algunas 'pinceladas', para todas aquellas personas que de la noche a la mañana se convierten en pacientes oncológicos…con todo lo que ello implica.
Empezando por el principio, el cáncer, es como una disfunción metabólica que adopta diferentes formas, pero todas ellas tienen en común la pérdida de control en la división celular, como consecuencia del daño directo (agudo o crónico) ejercido sobre las células, acometido por unos factores muy diversos (causas) que ocasionan inflamación y mutación.
Esto hace que una célula tumoral se divida más que el resto (que no más rápido), es como si fuera un trabajador que echa más horas trabajando y nunca descansa. Dicha tarea, genera unas necesidades importantes para poder crecer más, estas son en términos generales: Antioxidantes: que roba del cuerpo para paliar el exceso de oxidación que genera “tanto trabajo” (es por eso que los tumores tienen poco estrés oxidativo). Proteínas: material con el que crece su masa. Energía: que obtiene mediante la fermentación de la glucosa preferentemente, o más difícilmente de las grasas y la glutamina. Medio ácido: el cual genera fruto de la fermentación, haciendo que sea más difícil acceder a él, generando un ambiente sin oxígeno (hipoxia), que impide el acceso a la radio, quimio y al sistema inmune (este es uno de los motivos por los que los tratamientos se vuelven resistentes). Y por último, cobre y hierro: con los que catalizan el daño oxidativo a otras células sanas para alimentarse de ellas.
Teniendo esto en cuenta podemos entender, que si queremos facilitar la curación, debemos poner el foco (además de en los tratamientos existentes) en ponérselo difícil a esas células descontroladas. Es decir, podemos “poner un palo en la rueda” a ese descontrol:
- Utilizando una alimentación, baja en hidratos de carbono (glucosa) o cetogénica, de este modo el tumor usará como fuente de energía las grasas, la autofagia y el canibalismo celular para obtener energía y materiales de construcción, procesos que son más lentos y limitados. Para endulzar se puede optar por edulcorantes naturales como Stevia o D-manosa, azúcar que el tumor no es capaz de utilizar.
- Tomar una dieta rica en proteínas y especias, lo cual hará que no le demos al tumor (y por tanto perdamos) tanta masa muscular, y las especias, mejorarán el entorno inflamatorio asociado.
- Eliminar alimentos procesados, con conservantes, y no usar plásticos en la cocina. Así como, reducir el estrés y tener una buena cronoregulación (levantarse y acostarse con el sol). Todo ello será vital para crear un entorno de salud, sin sustancias químicas extrañas o dañinas que interfieren en la recuperación, y produciendo hormonas que la favorecen, como la melatonina y la vitamina D, las cuales se encuentran deficitarias en pacientes oncológicos.
- Restringir la ingesta de alimentos o suplementos que contengan hiero y cobre, o en su defecto aumentar la ingesta de polifenoles, sulforanos y curcuminoides (presentes en crucíferas, cúrcuma y té) que eliminan esos metales, con el fin de dificultar la capacidad de ataque.
- Por último y no menos importante, aplicar gran estrés oxidativo a esos tejidos neoplásicos mediante las terapias de quimio y radio. Además de modo complementario, y haciendo sinergia con las anteriores, se puede oxigenar esos tejidos cancerosos, mediante la aplicación de ozono (ozonoterapia) o intentado abrasarlas de modo selectivo mediante la Oncothermia, ambas sin efectos adversos.
Ese estrés (ya sea térmico, radiológico, químico u oxidativo), es clave en la destrucción tumoral, ya que al ser “el agresor agredido”, permite al sistema inmune hacer su trabajo y eliminar esos sitios donde hay agresión, y de paso agresores. Rompiendo así el “escondite ácido y sin oxígeno” en el que se ocultan de nuestras células inmunitarias.
Otro aspecto a destacar, es el empleo complementario de productos naturales para ayudar al cuerpo a eliminar las células cancerígenas. En este campo, no todo vale y hay que comprender que hay muchos factores que participan en la eficacia y la seguridad de estas terapias naturales:
- Lo primero a mencionar es que los antioxidantes no se deben aplicar durante un tratamiento de quimio o radio. Ya que, lo que haremos será disminuir la eficacia oxidante de estas terapias y darle más escudos defensivos al tumor con los que defenderse. Si se quieren utilizar, deben siempre estar “prescritos” tras los tratamientos, para disminuir efectos adversos en la células sanas, o después de una remisión, puesto que la función principal de los antioxidantes es la de prevenir, no curar.
Por otro lado y no menos importante, debemos tener en cuenta que el equilibrio Reducción-Oxidación, es la clave del mantenimiento en todos los organismos vivos. El equilibrio entre el daño y la reparación. Es más, si consumimos altas dosis de antioxidantes, obtendremos el efecto contrario, oxidación. La clave, como en todo: el equilibrio.
- En segundo lugar, las plantas medicinales; muchas de ellas son útiles para paliar los efectos adversos de las terapias agresivas, algunas incluso son compatibles con la quimio y la radio e incluso hacen sinergia, pero por desgracia hay muchas que causan importantes interacciones.
Os dejo ejemplos de las plantas más estudiadas e interesantes que tienen demostradas propiedades complementarias anticancerígenas: Artemisa, Astrágalo, Diente de león, Muérdago, Té verde, Cúrcuma, Berberina, Boswelia, Ashwagandha, Azafrán, Aloe vera y Cardo mariano.
En cuanto a minerales o vitaminas, destacamos: Magnesio, inositoles (especialmente IP6 Gold), Cistina y Glicina (precursores de Glutatión endógeno, el mayor antioxidante que existe), Vitamina C, Vitamina D y Germanio.
-En tercer lugar, me gustaría mencionar de modo especial el tratamiento a base de hongos medicinales (Micoterapia oncológica), por ser una terapia muy interesante para casi cualquier paciente de cáncer, cualquiera que sea su circunstancia y estadío. Estos compuestos, actúan mejorando las vías inmunitarias de detección de células tumorales para su eliminación. Además inducen directamente la muerte celular del tumor, y evitan que se desarrollen vasos sanguíneos por los que expandirse y circular a otras partes. Reparan el daño genético y son antioxidantes. Me gustan especialmente porque son compatibles con los tratamientos oncológicos de radio/quimio, mejoran los efectos adversos de los mismos, y su eficacia y supervivencia.
Eso sí, el manejo de todas estas opciones complementarias, debe ir necesariamente de la mano de un profesional que sepa sobre el tema y pueda valorar: cuándo tomar, qué dosis, qué tipo de producto, qué vía de administración, la compatibilidad con el tratamiento químico etc.
Es imprescindible por tanto una oncología sana, integrativa, que de modo multidisciplinar y con la mano de distintos expertos, aborde algo tan complejo y esquivo.
Con todo ello amigos, tenemos un cóctel perfecto para acabar con 'el agresor'. Espero que, conocer por encima cómo funciona, y qué aspectos podemos hacer, pueda servir para que, si la incidencia no disminuye, al menos lo haga su mortalidad.