
Dos años después de que la empresa Fasshop SL comprara en diciembre de 2022 la unidad productiva y se quedara con la cadena de establecimientos Pequeña Moma, que había presentado concurso de acreedores, la empresa que vino a ‘salvar’ la marca de ‘la raspa de sardina’ también ha solicitado su liquidación y ahora se enfrenta a las reclamaciones de las ya extrabajadoras.
Durante la fase de liquidación de la empresa original, un grupo de empresarios murcianos constituyó Fasshop con 3.000 euros de capital social. Su intención era mantener el negocio de producción y venta de prendas de vestir y complementos. También se subrogaron las 16 trabajadoras que en ese momento se encontraban en plantilla.
En enero de 2023 hicieron una primera ampliación de capital de 37.000 euros; y a ésta le siguieron otras dos en diciembre de 2024, una de 360.000 y otra el mismo día de 210.000; con lo que el capital social había ascendido a 610.000 euros. Estas dos ampliaciones coincidieron en el tiempo con la presentación de la solicitud de concurso y liquidación, que ya se está tramitando en el juzgado de lo Mercantil número 2 de Murcia.
Según denuncian las trabajadoras, las ampliaciones de capital no se han destinado a abonar puntualmente los salarios “que siempre se retrasaban”, según aseguran a este periódico, ni tampoco a hacer frente a las dos últimas nóminas, que siguen pendientes de cobro, por lo que han presentado las correspondientes demandas de reclamación de salarios.
Afirman que frente a la empatía que mostraba la antigua propietaria de Pequeña Moma, Paloma Jáudenes, con sus trabajadoras, a las que nunca dejó de pagar salarios a pesar de las dificultades económicas que atravesaba la empresa; la situación con los nuevos propietarios ha sido radicalmente la contraria. Denuncian tratos despóticos “con mucho desprecio, falta de respeto y gritos”.
Los despidos en la empresa (algunos calificados de “improcedentes”) comenzaron al mes siguiente de que la nueva sociedad se hiciera cargo del negocio. Estos despidos afectaron tanto a personal de almacén como de tienda, y también a personal que estaba destinado a atender los córner de Pequeña Moma en El Corte Inglés.
El último noviembre, poco antes de plantear el concurso y liquidación, también se rescindió al contrato a las últimas trabajadoras de estos córner, a las que se adeudaba dos mensualidades y las correspondientes indemnizaciones, así como a otra empleada de tienda, que en ese momento se encontraba de baja médica; otras dos mujeres del almacén en el polígono Cabezo Beaza y al responsable de la página web y venta online.
Este personal despedido ha presentado demandas y, según afirman, los responsables de la empresa siquiera se presentan a los actos de conciliación, por lo que el último recurso son los tribunales de lo social.