Un instante bastardo
Nos aborda en un abismo pálido, teñido de futuro que se diluye en el aire del pasado como una sombra de olvido, consumiéndose fragmentado en múltiples medidas.
Envuelto en enigmáticas razones, como una tragedia de luz transformándose dinámicamente en cada instante, y cada segundo en un 'ahora' bastardo luchando al filo de la noche.
Le asusta la realidad, la inercia machacona de las unidades de medida civilizadoras que, periódicamente, se van revelando sin conseguir atraparlo.
Se abandona sin poesía a ese ruido que marcan los segundos en un mecanismo automático(suizo), que intenta sensiblemente agarrar indiscriminadamente los minutos.
Y esas horas en equilibrio permanente son arrastradas a su destino. Lentamente, resbalándose, como gotas de agua impulsadas con vigor para descubrir el día.
La medida de lo cotidiano se va moldeando de unas dimensiones infinitas, creándose una conciencia de la nueva realidad, de un futuro incierto pero habitado de universos finitos.
El futuro es la distancia que nos aísla de nuestra vida
Así de contemplativo se muestra inhumano su paso, convertido en una medida elemental, firme y segura, breve y fugaz vida sin presente, sin futuro.
Distanciados de la luz viajera, en tránsito, se exilia proyectándose detenidamente en las sombras de un reloj de piedra, de unas piedras marcadas, de hierro poseídas. Se elevan dibujando rayos de oscuridad que se cruzan y se detienen durante un breve espacio de realidad, cuando una descarga de energía juega en cada rincón vacío y provisional.
Secreta obstinación de los rayos de este sol convertido en deidad, que surca el firmamento extenso y vacío, una y otra vez, sin descanso. Oscilando en la mañana misteriosa, lejana, provisional y tan breve como un recuerdo en colores; un haz de luz inmenso que, amenazando a la noche, se dispersa prodigiosamente en su repetido ritmo diario. Despacio, segundo a segundo, nos muestra suavemente esa insistencia implacable y acalorada natalidad solar.
Infinitas horas doradas que se detienen extensas y suspendidas sobre los reflejos azulados. A paso seguro, el ritmo dulcemente cambiante, en un momento, se detiene un segundo y vemos discurrir el cielo: inmenso, eterno, sobre nuestros ojos cansados que devuelven el tiempo y la luz hasta que desaparece.
Viaje nocturno de vuelta que ya no nos pertenece. El ahora es pasado, y cansado buscas el presente que se nos escapa en soledad. El futuro es la distancia que nos aísla de nuestra vida.