Bob Dylan y su etapa cristiana: Llamando a las puertas del cielo
A finales de los años setenta, Dylan se encontraba en un momento de profunda crisis personal.
Su divorcio de Sara Lownds, la madre de sus hijos lo dejó en un estado de profunda inquietud emocional. En ese contexto, Dylan comenzó a interesarse por la religión, primero de manera más superficial, y luego con una entrega absoluta que dejó una huella muy profunda en su música, sus letras y su visión del mundo.
Criado en el seno de una familia judía, su acercamiento al cristianismo se dio de una forma muy particular. Durante un concierto en San Diego, en el que no se estaba encontrando bien, de pronto, alguien le tiró una cruz de plata y él, contra su costumbre, la recogió, se la metió en el bolsillo.
En su siguiente concierto, en Tucson, Arizona, se sentía peor que el día anterior. De repente, cuenta, “miré en mi bolsillo, tenía esa cruz y me la colgué”. Ya en el hotel, sintió “una presencia que no podía ser nadie más que Jesús”.
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Varios miembros de su banda, como la corista Helena Springs y los guitarristas T-Bone Burnett y Steven Soles, ya seguían la fe cristiana, y a través de ellos, y de su entonces novia, la actriz Mary Alice Artes, Dylan se acercó a la Vineyard Fellowship, una iglesia evangélica en California. Allí dedicó tres meses a estudiar el Nuevo Testamento y a conocer el mensaje cristiano.
El resultado de esta conversión se reflejó en tres discos: Slow Train Coming (1979), Saved (1980) y Shot of Love (1981).
El primero marcó un cambio radical en su estilo, con letras sobre la redención, el pecado y la salvación, y un sonido influenciado por el gospel y el soul. Destacó la colaboración de Mark Knopfler, líder de Dire Straits, cuya guitarra aportó elegancia y distinción a temas como 'Gotta Serve Somebody', que incluso le valió un Grammy y un disco de platino.
Saved profundizó en el mensaje cristiano de una manera más explícita, lo que no fue bien acogido por muchos de sus seguidores. Canciones como 'Covenant Woman' dejaron claro su compromiso con la fe. En ella, Dylan expresa su agradecimiento y devoción hacia una mujer que representa la fidelidad y el compromiso divino. Muchos han interpretado que se trata de una referencia a una pareja que lo ayudó en su camino espiritual, aunque otros consideran que es una metáfora de su relación con Dios.
En Shot of Love, aunque aún presente la temática religiosa, Dylan comenzó a distanciarse ligeramente del fervor absoluto de los discos anteriores, incorporando otras preocupaciones y referencias. Recupera también su característica ironía y una visión menos dogmática.
La crítica y el público no sabían cómo reaccionar. Muchos consideraron su conversión como un capricho, o incluso, como Keith Richards una estrategia comercial (en realidad, discos como Saved eran algo muy parecido a un suicidio comercial).
Entre los escépticos, John Lennon le respondió con sarcasmo: compuso ‘Serve Yourself’ como respuesta a ‘Gotta Serve Somebody’. Además, algunos de sus seguidores de la comunidad judía le acusaron de traicionar su identidad al abrazar el cristianismo.
Sus conciertos de esa época fueron también distintos. Dylan predicaba en el escenario, hablando sobre Jesucristo y relegando sus clásicos a un segundo plano. Esto generó una serie de reacciones hostiles en el público, que, como le había pasado más veces, no estaba dispuesto a aceptar ese nuevo Dylan.
Este giro radical en su música y temática recuerda a otro momento clave en su carrera: cuando en los años sesenta se negó a asumir el papel de líder político que muchos querían imponerle. Dylan, en lugar de convertirse en un portavoz del movimiento contracultural, optó por alejarse del activismo explícito y explorar su identidad artística con nuevas sonoridades, como el rock eléctrico. En este sentido, su etapa cristiana fue otra demostración de su carácter indomable y de su negativa a dejarse encasillar.
Con el tiempo, Dylan fue dejando atrás su énfasis en la música cristiana y volvió a explorar otros temas en sus composiciones. Su primer disco después de esta fase, Infidels (1983), marcó un alejamiento definitivo del mensaje religioso directo. El título mismo, que significa 'infieles', ha sido interpretado como una declaración sobre su distanciamiento de la ortodoxia cristiana que había abrazado con tanta pasión en los años anteriores.
Aunque el álbum todavía contenía referencias espirituales, su enfoque era más amplio, abarcando temas políticos y existenciales con un sonido más rockero, nuevamente con la participación de Mark Knopfler en la producción y la guitarra.
Quince años después, aunque para entonces su fase más explícitamente cristiana ya había quedado atrás, aceptó la invitación de Juan Pablo II y realizó una breve pero emocionante actuación ante el Pontífice (y 300.000 jóvenes) en un Congreso Eucarístico en Bolonia, en 1997.
Este abandono de la temática religiosa explícita no significa que Bob Dylan ya no sea religioso, de hecho, dijo en diciembre de 2022: que “Soy una persona religiosa. Leo mucho las Escrituras, medito y rezo."
Sería un error concluir que Dylan abandonó su fe cristiana en su vida al tiempo que en sus canciones, pero tampoco dejó nunca sus raíces judías.
De hecho, admite puntos en común con judaísmo y cristianismo, aunque añade: “Si pensara que el mundo necesita una nueva religión, la pondría en marcha”.
Linkedin: Rafael García-Purriños



