La gran desconexión: Cómo recuperar tu mente en la era de la atención fragmentada
¿Alguna vez has tenido la sensación de que tu teléfono controla tu vida en lugar de ser al revés? Si eres como yo, probablemente asientas mientras lees esto. Hoy quiero compartir contigo un pequeño consejo que cambió radicalmente mi relación con la tecnología y, por extensión, con mi propia mente.
La búsqueda de una solución al caos
Hace unos años decidí invertir en mi formación, era necesario, y asistí a un curso de GTD (Getting Things Done) que me costó una cantidad de tres cifras durante un fin de semana completo. Como persona con TDAH y con cierta dificultad para organizarme y mantener una estructura clara en mi trabajo, la pregunta era obvia: ¿valió la pena semejante inversión?
La respuesta corta es sí, definitivamente. Aunque el método GTD completo daría para varios artículos (y ya he ido cogiendo experiencia en cómo aplicarlo a diferentes contextos), hoy quiero centrarme en un consejo aparentemente simple que nos compartió el profesor encargado de dar el curso, un directivo de Telefónica, y que transformó mi productividad de manera inesperada.
El cerebro primitivo en un mundo digital
Todos conocemos el estrés como mecanismo de defensa natural. Lo que quizás no tenemos tan presente es que nuestro cerebro no ha evolucionado al mismo ritmo que la tecnología que usamos diariamente. Para nuestra mente, una notificación sin revisar es una incógnita, algo "desconocido" que nos mantiene en un estado de alerta constante.
Pensadlo bien: WhatsApp, Instagram, Facebook, TikTok, correos, Slack... ¡el bombardeo es incesante! Y cada vibración, cada sonido, cada pequeña luz parpadeante nos genera una micro-dosis de estrés hasta que finalmente revisamos qué ocurre.
Recuerdo perfectamente una situación que me hizo darme cuenta de la gravedad del asunto. Estaba en la feria con mis padres y mi hija Marta. Me subí con ella a un castillo hinchable y le pedí a mi madre que se quedara con mi móvil. Cuando volví, casi me lo tira a la cara: "¡No ha parado de vibrar ni un segundo!" Y sí, ese era mi día a día.
La cadena del estrés digital
No es casualidad que la depresión y la ansiedad sean problemas tan extendidos en nuestra sociedad actual. El estrés genera ansiedad, y la ansiedad prolongada puede ser la antesala de problemas más serios. ¿Os habéis preguntado por qué en ciertas comunidades remotas, como algunos poblados del Amazonas peruano, ni siquiera tienen concepto para lo que nosotros llamamos "depresión"? La respuesta parece bastante clara, ¿verdad?
La solución simple pero poderosa
El consejo que nos dio el profesor fue tan sencillo que al principio muchos nos sorprendimos casi echándonos las manos a la cabeza: quitar TODAS las notificaciones del móvil. Como podéis imaginar, surgieron inmediatamente las protestas:
- "¿Y cómo me avisan si hay algo urgente?"
- "Yo por mi trabajo no puedo hacer eso"
- "Si no respondo al momento, mi jefe pensará que no estoy trabajando"
Lo que nos dejó sin argumentos fue ver que él, con un nivel de responsabilidad profesional estratosférico, había conseguido implementar esta práctica con éxito.
El matiz importante
Quitar las notificaciones no significa desconectarse completamente. Significa recuperar el control sobre cuándo atiendes a tu dispositivo. Tú decides si miras el móvil cada 5, 10 o 20 minutos, según tu nivel de compromiso y las necesidades de tu trabajo.
La clave está en que eliminas ese disparador constante del estrés: lo desconocido. Ya no tienes un dispositivo vibrando sin parar llamando tu atención, sino que tú decides conscientemente en qué momentos atiendes tus comunicaciones.
Resultados tangibles
Os puedo asegurar que los resultados son sorprendentes. Los niveles de estrés y ansiedad disminuyen considerablemente. La capacidad de concentración mejora. Y, paradójicamente, tu respuesta a las comunicaciones realmente importantes se vuelve más eficiente.
Un apunte práctico: si tenéis un jefe o compañeros que esperan respuestas instantáneas por WhatsApp, dejadles claro que si algo es verdaderamente urgente, siempre pueden llamar. La gente que realmente necesita algo con prisas encontrará la manera de contactaros.
Y recordad algo fundamental que os aconsejo transmitir también a vuestros equipos o superiores: es imposible ser productivos si nos están interrumpiendo constantemente (¿os suena?). Cada interrupción supone varios minutos para volver a concentrarnos en la tarea que estábamos realizando.
Un reto para ti
Te propongo un experimento: prueba a desactivar todas las notificaciones de tu móvil durante una semana. Establece tus propios horarios para revisar mensajes y aplicaciones, y observa cómo cambia tu nivel de concentración y bienestar.
Si te animas a intentarlo, me encantaría que compartieras tus resultados. ¿Notaste diferencia? ¿Te resultó difícil? ¿Has conseguido mantenerlo?
A veces, los cambios más significativos en nuestra productividad no vienen de grandes sistemas o aplicaciones complejas, sino de pequeños ajustes que nos devuelven el control sobre nuestra atención.
Y tú, ¿te atreves a recuperar ese control?
Linkedin: Alejandro Garriga