
Tiene nombre de cantante (como el mexicano Gallego Basteri de apellidos) y de torero (Dominguín), y quizá hace lo mismo: canta sin desafinar una nota y torea, pero en los negocios. Por ello es uno de los empresarios murcianos con mayor reconocimiento dentro y fuera de la Región. Lo mismo te prepara un pastel de carne que toneladas de ensaladilla rusa y unas horas después se toma un café con alguno de los empresarios 'más grandes' de España o preside la Fundación Antonio Campillo, centrada en difundir la obra del escultor Antonio Campillo (Era Alta, Murcia, 1925-2009) y el arte en general.
Y aún saca tiempo para ejercer de esposo con su inseparable socia, compañera, inspiradora… Laura, y de padre de tres hijas con unos currículums académicos que provocarían envidia.
Luis Miguel García de Andrés (Espinardo, Murcia, 1972) es economista de formación, ‘filósofo’ por visión de la vida, pastelero por obligación y empresario por vocación… y coleccionista de arte por debilidad.
Junto a su inseparable Laura Martínez Matas fundó las Pastelerías Luis Miguel, y en compañía de otros socios Nueva Cocina Mediterránea (ahora solo de su propiedad), además de participar en otras compañías y contar con una sociedad holding desde la que gestionan el patrimonio. Todo un bagaje que convierten a este aún joven empresario en un caso de éxito ya reconocido con distintos premios y distinciones (Cámara de Comercio de Murcia, Cepyme, Adimur, La Razón…). Conocer las claves de su éxito, o cómo se ‘cocinó’, fue el interés del Foro Ilusionando-Paco Provencio que tuvo en García de Andrés su invitado a su última jornada empresarial.
Nacido en plena Senda de Granada, en la pedanía de Espinardo, y de raíces familiares en la agricultura, la pérdida muy temprana de su padre le llevó a incorporarse a trabajar con 14 años en una pastelería, al tiempo que completaba primero sus estudios básicos y luego los superiores. Trabajo y estudios aliñados con la experiencia vital de sus padres fueron los que forjaron el carácter de una persona afable y tímida no carente de humor y una perenne sonrisa.
Los García-Martínez abrieron en 1998 su primera pastelería en la carretera de Churra, al año siguiente la segunda; en 2001 la tercera… y si no me fallan los datos, ya van por cinco.
En 2002, junto a otros cuatro socios, fundó Nueva Cocina Mediterránea con la idea de convertirse en un ‘laboratorio’ de productos de la conocida V Gama, alimentos cocinados, envasados y listos para consumir. Seis años después, García de Andrés compró las participaciones de sus socios y asumió el reto de hacer crecer el negocio en solitario con su primera planta en el Polígono Industrial Oeste y desde el pasado año también en Albudeite tras una inversión superior a los 13 millones de euros.
De los ‘fogones’ de Nueva Cocina Mediterránea salen unas 150 referencias de las que, posiblemente, la más reconocida es la ensaladilla rusa, una especialidad de las que diariamente se elaboran 75 toneladas dirigidas al canal Horeca y de distribución en supermercados.
El gran salto en volumen se produjo en 2019 cuando se convirtió en proveedor de Mercadona, la gran red de distribución que en los lineales de sus cerca de 1.700 tiendas ofrece esa ensaladilla tan al estilo que gusta en Murcia sobre una rosquilla acompañada de una anchoa o un boquerón.
La pandemia de 2020 fue otra prueba de fuego para la empresa de García de Andrés. El confinamiento de aquel año dejó en el aire de la noche a la mañana la alimentación de personas dependientes o en situación vulnerable que en ese momento eran atendidas por servicios sociales de muchos ayuntamientos.
Así, de un día para otro hubo aplicar el ingenio y elaborar y distribuir a domicilio un millar de menús diarios. Este servicio no era rentable económicamente, pero el beneficio social estaba por encima de cualquier otro interés. El equipo de Nueva Cocina Mediterránea no lo dudó: se remangó, cocinó y se puso a repartir.
Superado con éxito el mal trago del confinamiento, la ensaladilla rusa seguía siendo la prioridad, pues representa por encima del 65% del negocio y ni los supermercados ni los bares ni los restaurantes podían dejar de recibir el producto.
Con la vista puesta en nuevas referencias, en las mentes de cocineros, nutricionistas, técnicos de laboratorio y de calidad y seguridad alimentaria… y por supuesto del CEO de la compañía, bullen inéditas ideas que pronto serán realidad tanto en Nueva Cocina Mediterránea como en los obradores de Pastelerías Luis Miguel, donde el número de referencias es aún mayor y superan las 200 y entre ellas otra convertida en estrella: el pastel de carne, un producto con galardón y también elaborado en Murcia.
Al igual que se acumulan los ingredientes en la cocina, sobre la mesa de trabajo de Luis Miguel García de Andrés se juntan otros proyectos empresariales como son los servicios de catering, las cafeterías (recientemente se ha adjudicado la gestión el espacio de restauración de la Cárcel Vieja de Murcia), los inmobiliarios o la distribución de combustible… pero eso ya para otra ocasión. Solo como apunte sin entrar en más detalles, emplea a unas 500 personas y en breve alcanzará los 200 millones de euros en ventas.