Sábado, 06 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa lucha por el relato en Torre Pacheco
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Salvador Moreno

La lucha por el relato en Torre Pacheco

 

Ni los más catastrofistas habrían imaginado hace más de una semana una situación como la que se está viviendo estos días en Torre Pacheco.

 

De la noche a la mañana, el municipio murciano que poco importaba a medios y líderes nacionales ha pasado del casi absoluto desinterés a ocupar el centro de discusión política de todo el país.

 

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“Dato mata relato”, dicen algunos, y todos los conflictos sociales tienen varias caras, pero en este se ven claramente dos narrativas enfrentadas. La que construye a los inmigrantes como enemigos y la que señala a los ultras (que no son de Pacheco) como los verdaderos agitadores.

 

Y es que cuando se quiere exagerar o agrandar la situación conflictiva o violenta de un territorio, quizá la forma más sencilla de reforzar tu discurso es agravarla o provocarla tú mismo. Muchos vecinos estos días sí tienen miedo, sí se preocupan por lo que pueda ocurrir y sí pueden afirmar sin dudar que las calles de su pueblo no son seguras, pero la pregunta del millón es: ¿quién provoca esta inseguridad?

 

En realidad, muchas veces se sabe quiénes ejercen la violencia (y la violencia política) por quiénes son los que la sufren. Lo primero y necesario es que estemos todos de acuerdo en lo deplorable de la agresión que sufrió Domingo hace una semana, cuando fue apalizado por un grupo de jóvenes que recientemente se ha revelado que no eran tampoco del pueblo. Y lo segundo es señalar que, si bien ese señor indefenso es una víctima y que, justamente por ser mayor y no poder defenderse, fue atacado, también lo son los vecinos de Torre Pacheco de origen magrebí que han sido perseguidos por grupos de ultraderecha y simpatizantes con el nazismo simplemente por su color de piel.

 

Son muchos los vecinos de origen español que, más allá de la posible inseguridad que pudiera existir antes del estallido de esta guerra cultural, piden a los forasteros (que no extranjeros) que se marchen señalándolos como el origen de los problemas. Hemos visto a vándalos destrozar un kebab o a encapuchados campando a sus anchas por un pueblo que en realidad había aprendido a convivir independientemente del origen de sus vecinos.

 

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Sin embargo, la lucha por el relato está clara: José Ángel Antelo, que será investigado por delito de odio, hoy se enorgullece de haber salido del Gobierno de Miras hace un año para no ser partícipe de acoger a migrantes, pero bien parecía entonces que la decisión venía de arriba (de Abascal) ya que la expresión facial del diputado regional era más bien de resignación. Vestir la lealtad partidista de compromiso con el pueblo de Torre Pacheco tras un evento tan traumático como la agresión a un vecino es más propio de un oportunista sin empatía que de un buen político.

 

Hoy (y siempre) la proclama de Vox es señalar la necesidad de defender a los españoles frente a los inmigrantes ilegales y la consecuencia directa discursos como los de Antelo o Abascal (o Trump si recordamos el vergonzoso asalto al Capitolio), es que los nazis y matones de barrio actúen.

 

Sin embargo, llama la atención que, si lo importante de esa inmigración es la legalidad, justo aquellos que salen por la noche a hacer justicia son (en muchos casos) los que en otros momentos han atracado a ancianas españolas o también han pegado palizas a homosexuales españoles. Quizá simplemente todo se entienda con asumir que el matonismo es de matones y de delincuentes.

 

Ningún pachequero con cabeza pidió para su pueblo agitadores de ideología ultra como Vito Quiles (entre otros creadores de contenido que no sabían ni dónde estaba el Campo de Cartagena) o guerrilleros como Dani Esteve de Desokupa, pero vinieron. Y no por solidaridad, no por ayudar, sino por reforzar su relato; el del inmigrante-enemigo, que desde el 9 de julio dejó de ser el que servía durum mixtos o el que jugaba en el equipo de fútbol del pueblo.

 

De aquellos discursos que señalaban, estas agresiones, y no es poco probable que estos eventos se repitan en otros pueblos o barrios de España. Esta vez le ha tocado tristemente a Torre Pacheco, donde vecinos marroquíes temen hoy por su vida y otros tantos españoles no pueden abrir sus bares, peluquerías, zapaterías, mercerías… por estar las calles cortadas para evitar batallas campales. La dimensión humana de este conflicto es terrible, pero la económica pronto también se revelará como importante.

 

En definitiva, ante esta situación, lo mejor alternativa será la de siempre: responder, pero no con violencia, con el origen de todo, el discurso. En estos tiempos no es el dato, es el relato el que mata al relato.

 

Salvador Moreno es redactor de El Nuevo Digital y graduado en Ciencia Política y Gestión Pública

 

Linkedin: Salvador Moreno

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