La comunicación en la era digital
En la era digital en la que la comunicación es tan abundante y acelerada corremos el riesgo de no comunicarnos adecuadamente.
La comunicación es una habilidad social que caracteriza al ser humano, es una clave evolutiva que nos diferencia como especie. Mediante la palabra podemos expresar algo más que comportamientos, podemos exteriorizar emociones y pensamientos complejos que en el reino animal ni existen.
Sin embargo, cada vez nos comunicamos peor porque nos comunicamos a medias. La pandemia impuso nuevas formas de comunicarnos laboral a través de Meet o Team. Estas nuevas formas vinieron para quedarse definitivamente en muchas empresas de tal forma que la comunicación digital ha ganado fuerza en nuestras organizaciones empresariales y ciertamente aporta agilidad y comodidad.
Esta nueva forma de comunicación laboral se ha unido a la que aportan las redes sociales en el ámbito lúdico o de expansión configurando así una sociedad cada vez más digitalizada y en cierto modo deshumanizada.
La comunicación personal pierde peso en favor de nuevas formas que la desplazan cada vez más, especialmente entre nuestros jóvenes nativos digitales.
Dejando al margen los beneficios que la comunicación no presencial pueda traer (que los hay) lo cierto es que, en ocasiones, no tenemos en cuenta los riesgos que ello puede suponer.
Según los psicólogos, aproximadamente el 70% de lo que comunicamos lo hacemos de forma no verbal y este gran aporte de información sobre nuestro interlocutor es lo que se pierde en gran medida en el intercambio de información digital. Es un lujo demasiado caro de pagar que en ocasiones puede llevarnos a malentendidos en nuestras relaciones personales o profesionales.
En las redes sociales o laborales se pierde el contexto más importante de la comunicación: los gestos y con ellos probablemente también perdemos empatía puesto que los gestos son eminentemente humanos y nos transmiten el estado de ánimo de nuestro interlocutor, son los que en gran medida nos permiten identificarnos con el prójimo.
Por ello cada vez oímos más y escuchamos menos puesto que escuchar no es más que prestar atención a lo que se oye y para ello hay que atender al lenguaje corporal para no perdernos gran parte de la información que nos pueden transmitir.
Las nuevas formas de comunicación nos llevan a decir, (a soltar) lo que uno piensa en vez de prestar atención a nuestro interlocutor con lo que, paradójicamente, la sociedad se aísla cada vez más.
Es cierto que con el ritmo frenético de nuestra sociedad era cuestión de tiempo que nos dotáramos de herramientas que nos permitieran comunicarnos de forma rápida y cómoda y es evidente que se ha conseguido, pero, de vez en cuando, hay que pararse y reflexionar también sobre los aspectos negativos que estas nuevas formas de comunicación pueden traer y en especial es preciso detenerse siquiera un momento para analizar los riesgos derivados de un abuso en su utilización.
De cualquier forma, el movimiento parece imparable y hasta el legislador español se ha unido a la vorágine con la aprobación del Real Decreto-Ley 6/2023, de 19 de diciembre, en el que ha introducido los arts. 129bis y 137bis LEC, así como el art. 258bis LECrim, apostando por la celebración de vistas telemáticas con preferencia a las vistas presenciales con lo que ello conlleva de pérdida de información, por mucho que se active la cámara.
Las nuevas formas de comunicación han venido para quedarse y con ellas se avecina un nuevo cambio (otro más) en el modelo de evolución humano, habrá que estar muy atento ¿Quién sabe? quizá en varias generaciones el apretón de manos sea un gesto romántico del pasado como hoy lo es besar la mano de una dama o quitarse el sombrero al entrar a un lugar cubierto.
Linkedin: Gabriel Vivancos