El gran dilema
La vida está llena de dilemas. Decisiones que nos han acompañado toda la vida, en dónde sólo caben dos opciones. Y cada una, con su correspondiente consecuencia. Probablemente, la de elegir la tortilla de patatas con cebolla o sin cebolla es uno de esos dilemas de la humanidad aún sin resolver. Faltaría más. Pero hay muchos más dilemas pendientes de resolver. Escribiendo este artículo, me venía a la cabeza el famoso “dilema del juicio de Sócrates”, allá por el 399 a.c. A este gran filósofo griego le acusaron de dos delitos que hoy no entenderíamos y que él tampoco entendió en su momento, como el de no reconocer a los dioses de la época y el de influir en los jóvenes. Por ello, fue condenado a muerte por ingestión de cicuta. Pero nuestro amigo, intelectual adelantado a su época, tenía otra opción, la de ser rescatado de la prisión por un buen puñado de amigos. El dilema estaba servido. Eligiendo la primera opción, acataría las leyes, lo que siempre defendió. Eligiendo la segunda, sería fiel a su conciencia individual de algo con lo que personalmente no estaba de acuerdo. Sócrates decidió la primera y ahí acabó su andadura. Final del trayecto.
Pero no hay que remontarse mucho. Cada día es un dilema. El “dilema del despertador”, o elegir entre despertarse malhumorado y de un salto cuando suena la alarma o posponerla para dentro de diez minutos, arriesgándonos a quedarnos dormidos. Qué decir del dilema de la “fila del supermercado”. Esa decisión de cambiarse a otra fila que parece avanzar más rápido o, por el contrario, permanecer en la misma. Y no hacen falta que les detalle el “dilema de coger el paraguas por si llueve” o el dilema de “ver una serie en pareja”. Esa que ya nunca podrás dejar de ver, pase lo que pase.
Todo este preámbulo me lleva a plantear un dilema que apareció hace unos meses. Se trata del dilema de “usar la Inteligencia Artificial o no usarla”. Para los que aún estén en esa decisión, lamento comunicarles que ya van tarde. Dilema resuelto. Toca remangarse, aprender un poco y, sobre todo, empezar a utilizarla. Cada día hay más y más aplicaciones para nuestros móviles para ayudarnos en muchas cosas, gracias a la IA. ChatGPT, Perplexity, DeepL, Grammarly, Lensa, Quillbot, Socartes, Imagine Art, FaceApp, Remini, Picsart AI, Speechify, Voicemod, Wombo Dream, PhotoRoom, Copilot, EPIK, Gemini, Dall-E o Leonardo AI. Pero también tenemos una llamada Socrates, terminando por donde empecé.
El número de aplicaciones basadas en IA para todos los públicos se va a convertir en una locura. Igual, el dilema que se nos va a plantear es cual utilizar para una tarea concreta. La decisión ya será muy personal. Dependerá de lo usable de la App, de sus funcionalidades, de la rapidez de respuesta, de si está de moda o de tantas otras opciones, que entran dentro de los gustos de cada uno. Menos mal que siempre habrá una figura a la que acudir, más potente que la IA, a la que poder preguntarle cuál es la mejor opción. Porque la figura natural del “cuñao”, aún tiene mucho que decir este mundo dominado por lo artificial. Otro dilema resuelto.
Linkedin: Juan Luis Pedreño