Jueves, 11 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNBuscadores de oro
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Juan Luis Pedreño

Buscadores de oro

 

Hoy vengo a hablarles de un tema de gran importancia y que irá a más conforme pasen los meses. No es un tema nuevo, pero la inteligencia artificial está haciendo despertar mundos que vivían tranquilamente sin que nadie los alterara. Estamos ilusionados y preocupados, al mismo tiempo, por como incorporar la IA a nuestras vidas, sin que nos suponga un problema, nos quite el empleo o nos genere una brecha tecnológica entre los que saben algo de IA y los que no. Algo parecido a lo que pasó en su día con la aparición de los ordenadores personales, que eran necesarios pero que suponían un reto importante, sobre todo para los más mayores que veían como pasar de hacer la contabilidad a mano a hacerlo con un ordenador era todo un mundo. Qué impactante fue aquello del Spectrum 48K, con sus teclados de goma, su cassete y sus pitidos para cargar un simple programa. Yo, la verdad, que lo disfruté mucho porque me gustaba programar en Basic, pero admito que muchos no sabían dónde meterse pensando en cómo enfrentarse a aquel invento.


El tema que traigo en estas páginas tiene que ver con la intimidad de nuestros datos cuando se miden con determinados equipos para ser tratados, por ejemplo, con inteligencia artificial. Esto es lo que se conoce como neuroderechos. Por resumir, se trata de la forma en cómo se establece y se regula que los datos que son captados de nuestro propio sistema físico-neuronal por determinadas máquinas, no se puedan utilizar para fines que no hemos autorizado.

 

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Es evidente que cuando nos sometemos a una prueba médica, donde pueden hacernos una resonancia, un TAC, una biopsia o una radiografía, estamos seguros y tranquilos de que, esas medidas de nuestro propio cuerpo, nos pertenecen. Somos sus legítimos propietarios. Por eso firmamos autorizaciones, como manda la regulación médica, para que puedan ser tratados y se obtenga un resultado. Aquí se puede aplicar IA, y todos tan contentos, faltaría más.


Pero, piensen ahora en otros dispositivos que podemos comprar tranquilamente en tiendas de electrónica. Auriculares capaces de medir nuestros gestos a través del oído, cámaras de captura biométrica, sensores para medir la concentración o relojes que capturan movimiento. Todos estos equipos están conectados a una red y los datos pueden alimentar sistemas de IA que den un resultado. Un resultado que puede ser una emoción, una intención, una predicción o lo que se le ocurra a la empresa de turno para su explotación comercial. Esto es algo parecido a los que hacen esos equipos médicos, bajo estricta regulación, pero sin que nadie los regule.


Pues aquí tenemos el debate. En países como Chile ya lo han solucionado diciendo que todos los equipos que capturen nuestros datos, son considerados equipos médicos. No hay diferencia. Nosotros aún tenemos que decidir, pero créanme que es un tema muy importante porque, en la era de la inteligencia artificial, los datos son el oro para obtener el resultado esperado. Cada día me recuerda esto más a los western americanos, con los buenos, los malos, los ladrones, el cherif y los buscadores de oro. ¿Se acuerdan?
 

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