¿Quo vadis?
El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. Esta frase acuñada desde hace mucho tiempo no hace más que recoger una realidad.
Con ocasión de una novela policíaca que estoy leyendo (reconozco que no es mi género favorito) pensé en los miles de asesinatos espeluznantes que se cometen en todos los países del mundo. La variedad de casos es casi tan amplia como la variedad de personas. En ocasiones hay alevosía, en otras ensañamiento, puede haber precio o recompensa o cualquiera de las circunstancias agravantes o atenuantes del delito, pero siempre está detrás la capacidad que tiene el ser humano para hacer daño a su congénere.
Y es que todos tenemos una parte oscura en nuestra mente, un espacio para hacer el mal que en ocasiones puede atraernos. Nos viene de serie.
Desde pequeños tratamos de orientar a los niños por el lado de la luz, sin duda porque todos sabemos que existe el otro lado, pero la educación, aunque importante, no es garantía de nada.
Hace muchos años, conocí un compañero de clase, de buena familia (como se diría) que recibió exactamente la misma educación que sus hermanos pero sin saber porqué y pese a los intentos desesperados de sus padres, el chaval eligió escoger el mal sin que nadie, ni colegio, ni familia, ni papá Estado pudiera impedirlo.
Ahora que la sociedad se aleja de la religión (al menos en Occidente) y que en las escuelas se han descolgado los crucifijos, me pregunto donde encontrarán los niños de hoy día, el referente moral. Porque, sin duda, habrá que encontrar un sustituto.
Cualquier sociedad desde las más primitivas, a las más avanzadas lo han tenido y nunca la moralidad ha sido tan relativa, como ahora.
La frase erróneamente atribuida a Groucho Marx de “estos son mis principios y si no les gustan tengo otros” cobra especial relevancia en nuestros días y marca un camino peligroso donde lo bueno ya no es tan bueno y lo malo casi no existe.
Pienso que como sociedad estamos en un pequeño/gran desconcierto en lo que a principios éticos se refiere. Hoy parece que todo es válido.
Eso sí, hay quienes luchan desde dentro por la destrucción de los principios de las sociedades occidentales ayudados con fondos y propaganda, pero en realidad no proponen nada que no sea acabar con lo que hasta ahora ha funcionado mejor que en otros modelos de sociedad. A estas personas, yo las llamo los 'destructores' porque no plantean nada que no sea demoler lo que hay.
Durante siglos, Occidente ha seguido la moral cristiana y tengo que decir que no nos ha ido tan mal. Hasta hace poco, había un Dios que enseñaba el camino, pero ahora nos hemos quedado huérfanos de Él, porque simplemente lo hemos alejado.
Antes del cristianismo, se sucedían las corrientes éticas y de pensamiento para guiar los pasos de las sociedades, pero al menos los valores los proponían pensadores que pese a sus diferencias, estaban preocupados por el bien común y la felicidad del individuo en sociedad, pero ahora ¿alguien conoce algún pensador?.
La sociedad necesita una moral que no consista simplemente en deshacer lo anterior, precisamos nuevos principios, (o a lo mejor los de siempre), para que todos identifiquemos un mismo camino y sepamos que lo que está bien está bien y lo que está mal está mal.
Todos tenemos un lado oscuro en la mente, no se escapa nadie, ni hombres, ni mujeres, ni ninguno de los 112 géneros que reconoce oficialmente la ONU y ese lado oscuro se alimenta del egoísmo y de la falta de empatía con el prójimo.
Ya no existe Dios, ni el coco para los niños (que se traumatizan) , ahora sólo existe la nada que es más peligrosa que cualquier doctrina.