Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl plan de autoprotección, una necesidad estratégica
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Marcos Pagán

El plan de autoprotección, una necesidad estratégica

 

Los riesgos empresariales aumentan exponencialmente, desde fenómenos climáticos extremos hasta crisis operativas inesperadas, las empresas tienen una responsabilidad ineludible: garantizar la seguridad de sus trabajadores, proteger sus activos y mantener su continuidad operativa. En este contexto, el PLAN DE AUTOPROTECCIÓN (PAU) no es solo un cumplimiento normativo, es una herramienta estratégica que puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso, y su equivalente en vidas, en situaciones críticas.

 

Recientemente, el Consejo de Ministros ha dado un paso importante con la aprobación del Real Decreto-Ley 8/2024, de 28 de noviembre que refuerza la seguridad laboral frente a los efectos del cambio climático y otros fenómenos adversos. Entre sus medidas destacan los permisos remunerados de hasta cuatro días para los trabajadores afectados por catástrofes, así como la obligatoriedad de incluir protocolos específicos en los convenios colectivos. Este avance legislativo subraya una realidad que no podemos ignorar: los riesgos están cambiando, y con ellos, nuestras formas de enfrentarlos también deben evolucionar.

 

Como director de seguridad, puedo afirmar que los planes de autoprotección, cuando están bien diseñados y liderados, no solo cumplen con la ley, sino que ofrecen ventajas significativas para las empresas y sus empleados. En primer lugar, permiten anticiparse a los problemas. La identificación y gestión proactiva de riesgos son esenciales para evitar que las amenazas se conviertan en crisis. Desde incendios hasta inundaciones, pasando por fallos operativos, un PAU ayuda a mitigar los daños antes de que se produzcan.

 

Pero no se trata solo de prevención. Un buen plan de autoprotección también optimiza la respuesta ante emergencias. Con procedimientos claros y personal capacitado, las empresas pueden minimizar el impacto de una crisis y retomar sus operaciones con rapidez. Este enfoque no solo protege los resultados financieros, sino también la reputación de la empresa. Mostrar un compromiso real con la seguridad fortalece la confianza de los empleados, clientes y socios, fortaleciendo la reputación.

 

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Sin embargo, no debemos perder de vista el marco normativo. Los planes de autoprotección se rigen por normativas nacionales específicas, como la Ley 2/1985 sobre Protección Civil y el Real Decreto 393/2007, que establece los requisitos mínimos que deben cumplir estos planes.

 

A nivel autonómico en la Ley 3/2023 de Emergencias y Protección Civil de la Región de Murcia se indica que los Planes de Autoprotección son documentos que establecen el marco orgánico y funcional para centros, establecimientos, instalaciones o dependencias, con el objetivo de prevenir y controlar los riesgos de emergencia de protección civil sobre las personas y los bienes, así como dar una respuesta adecuada en esas situaciones.

 

Además, se establece que la elaboración, contenido, registro, implantación y actualización de los Planes de Autoprotección deben atender a lo especificado en el Real Decreto 393/2007 y demás normativa estatal en materia de autoprotección. También se menciona que los titulares de las actividades deben comunicar al órgano encargado del registro los datos de los Planes de Autoprotección que resulten exigibles y sus modificaciones.

 

Pero más allá de evitar sanciones, su correcta implementación puede reducir significativamente los costes operativos, desde primas de seguros hasta gastos derivados de interrupciones no planificadas. En el ámbito empresarial donde cada euro es importante, esta es una ventaja que ningún directivo debería pasar por alto.

 

Lo que distingue a un buen PAU es, sin duda, el liderazgo detrás de su implementación. Un Director de Seguridad experimentado no solo diseña un plan que cumple con la normativa; crea un sistema vivo, capaz de adaptarse a las necesidades cambiantes de la empresa. Como profesional de la seguridad deberá evaluar riesgos, desarrollar protocolos y formar a las personas para que actúen con eficacia ante cualquier contingencia. Es un rol que exige visión estratégica y conocimiento técnico, pero también la capacidad de liderar equipos en los momentos más difíciles.

 

El reciente enfoque legislativo en los efectos del cambio climático nos recuerda que los riesgos no son estáticos. Fenómenos como tormentas extremas ya no son escenarios improbables; forman parte de nuestra realidad. Las empresas que estén preparadas no solo sobrevivirán, sino que saldrán fortalecidas.

 

Implementar un Plan de Autoprotección es una responsabilidad empresarial, un compromiso con la seguridad de las personas que forman la organización, la resiliencia y la sostenibilidad. Y, aunque la normativa pueda empujar a muchas organizaciones a actuar, es el enfoque estratégico y proactivo lo que realmente marcará la diferencia.

 

Las empresas necesitan herramientas que les permitan adaptarse y prosperar. El Plan de Autoprotección es una de ellas. No lo consideremos solo como un documento que hay que tener, sino como una hoja de ruta hacia un futuro más seguro y sostenible. Porque, al final, la mejor manera de proteger una empresa es prepararla para cualquier desafío que el mundo pueda presentarle.

 

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