De todo un poco
No hace mucho, viendo una película sentado en mi sofá, escuché varios ejemplos de oxímoron. Un oxímoron es una figura que aúna en una misma expresión dos palabras con significados opuestos. Hay cientos de ejemplos como, 'silencio atronador', 'copia original', 'casi exacto', 'sociedad unipersonal' o mi preferido: 'pensar en nada'.
El ser humano es un ser contradictorio y esa incoherencia innata fluye a través del lenguaje que no es otra cosa que el principal vehículo que tenemos las personas para transmitir nuestro interior.
Pero la contradicción humana se deja ver en muchos otros aspectos de nuestra vida. Somos seres que pensamos y sentimos y quizá de ahí venga nuestra propia incongruencia. A veces pensamos lo que sentimos y otras sentimos lo que pensamos y siempre estamos buscando la armonía entre pensar y sentir. Lo que no es fácil.
Somos capaces de lo mejor y lo peor, de perder la vida por la del otro y de quitarla gratuitamente o incluso renunciar a la propia.
Para mí, la mayor contradicción es la mentira. El engaño supone una contradicción entre lo que decimos y lo que pensamos, entre lo que hacemos y pensamos.
La política es un buen ejemplo de contradicción, casi a diario puedes ver a líderes de partidos políticos que defienden exactamente lo contrario a lo que defiende su ideología. Hay partidos que se les llena la boca en defensa de la democracia, la libertad, la honradez pero que en su propia esencia persiguen el pensamiento único.
Hay muchos ejemplos en la historia de líderes que valiéndose de la libertad que ofrece el sistema democratíco han accedido al poder para, desde esa posición, cambiar el sistema político y perpetuarse en el mismo.
En nuestras sociedades occidentales hay mucha falsedad, tanta que cada vez es más difícil detectarla. Es más, hay auténticos especialistas en desinformarnos para que desistamos de encontrar la verdad. Son profesionales de la confusión que ofrecen verdades a la carta según el mentiroso que los contrate. Ni los primeros ni los segundos tienen escrúpulos y les da igual si alguien les pilla porque entonces se inventan otra mentira y continúan mintiendo.
Y aquí viene otra contradicción, para mí la más grave, la de aquellos que aún sabiendo que les mienten, deciden creer en la mentira que les ofrecen y la hacen suya. Se trata de esos seguidores fanáticos que sin obtener ninguna ventaja desean ser engañados. Aguardan la mentira del líder para proclamarla como verdad a los cuatro vientos. Están dispuestos a creer lo que haga falta con tal de que lo diga “el suyo”. Ellos mismos son capaces de decir una cosa e inmediatamente la contraria si el pastor se lo ordena.
Llega un punto en que da igual si originariamente eran de una u otra ideología, porque lo que realmente les importa es lo que digan (no lo que hagan) los de su partido. Viene a ser como los seguidores de un equipo de fútbol, que da igual si juega bien o mal, si te representa o no, o si está en primera o tercera división, que siempre llevarán su camiseta…sólo que la política no es un juego…o no debiera de serlo.
El que se deja engañar es un tonto, sin más, y su necedad le perjudica a él y a los demás… pero como decía Blaise Pascal en una paradoja (que no oxímoron) “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
Pero retomando el tema de este artículo no me resisto a terminarlo sin escribir algún oxímoron más, así que ahí van:
Espero que occidente tenga tolerancia cero con la docta ignorancia y que lo que estemos viviendo simplemente sea un altibajo antes de proceder a un verdadero lavado en seco de la estupidez humana. No es un secreto a voces que los menos preparados son los que dicen estarlo y que los ángeles del infierno nos llevan lenta, pero ineludiblemente a un crecimiento cero del individuo y de la colectividad. Tras la tensa calma deseo poder brindar por una nueva realidad virtual (o explícita) aunque sea con cerveza sin alcohol.
Linkedin: Gabriel Vivancos