Domingo, 07 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNEl muro
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Juan Luis Pedreño

El muro

 

Reconozco que, como amante del arte románico, siempre tengo esa tendencia a recordar que hubo un tiempo en que las cosas había que crearlas. Y era, entonces, cuando se producían grandes avances para la humanidad. Esa etapa de la Edad Media, de casi diez siglos, en la que había una necesidad imperiosa de avanzar hacia lo desconocido. Un periodo en el que se creó el molino de viento en la Mancha, las primeras universidades en Palencia, Salamanca y Valladolid, la arquitectura defensiva y civil, los sistemas hidráulicos y de regadío como los de Valencia, o la alquimia y la medicina en Toledo. Y, por supuesto, los avances en la construcción, con la aparición del románico y su posterior transición al gótico, con la invención del arco de medio punto que permitió construir grandes iglesias y gigantescas catedrales, elevando sus cúpulas y torres. Esa distancia física entre la tierra y el cielo que era importante recortar, como símbolo de acercamiento a lo divino. Muchas canteras explotadas para sacar la piedra con la que construir esos muros impenetrables. Toneladas y toneladas de piedra de todo tipo.

 

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Así era la vida de antes. La presencia de los grandes muros representando la solidez y la inmutabilidad. La sobriedad y la hegemonía, pero también la resistencia al cambio. Algo que podemos comprobar después de tantos siglos, especialmente en el norte de España. Y miren por dónde, en pleno siglo XXI, en la era de los cambios vertiginosos, las grandes piedras se convierten en pequeños trozos de silicio para fabricar la tecnología más avanzada del mundo. Otro gran salto, el de los circuitos electrónicos integrados, capaces de crear los smartphones, las comunicaciones por satélite, la computación cuántica o la inteligencia artificial. Y en eso estamos ahora. En los actuales chips de tres nanómetros (nm) que usan los dispositivos móviles o los superordenadores aunque, parece que, se necesitarán otros materiales para reducir ese tamaño. Mucho le estamos pidiendo ya al pobre silicio de toda la vida. Demos la bienvenida al grafeno, a los nanotubos de carbono o a otros materiales más raros todavía, si queremos llegar a 1nm, lo que permitirá más potencia de procesamiento y un mayor número de funciones integradas. Y más y mejor inteligencia artificial. Del gran muro de piedra a los circuitos de silicio nanométricos. La tradición frente a la innovación. Y qué quieren que les diga, juntar estas dos pasiones, para mí, es un privilegio.

 

Pero, sin salirme de este planteamiento filosófico, la piedra y el silicio se entienden perfectamente en nuestros días. Lo antiguo y lo nuevo unidos. Y no podía faltar el complemento. Lo que lo hace posible. De la argamasa para unir la piedra a los datos para alimentar los modelos de IA. Es más, si pensamos en la inteligencia artificial, nos encontramos con la paradoja de que, por un lado, esta tecnología puede crear ese muro peligroso entre los que la conocen y los que no y, por otro, que la IA puede ayudarnos a romper muros que nos impiden, muchas veces, crear una startup, desarrollar una aplicación, hacer más productiva una empresa o tener un mejor acceso a la educación o mayores competencias digitales. De la piedra al silicio. Una bonita transición. ¿Qué será lo siguiente?

 

Linkedin: Juan Luis Pedreño

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