Domingo, 07 de Septiembre de 2025
Diario de Economía de la Región de Murcia
OPINIÓNLa lupa
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Juan Luis Pedreño

La lupa


La historia nos recuerda lo que ocurre cuando llega una nueva tecnología a nuestras vidas. Todo muy parecido, con independencia de la época en que toca vivir esa ola inesperada. Siempre hay alguna persona, colectivo o sector que se remueve. Y es normal. No vamos a cambiar ahora la esencia del ser humano, conservadora por naturaleza.

 

Ocurrió con la llegada de internet, las videollamadas por el móvil, la aparición de las redes sociales o los criptoactivos. Otras muchas parece que no van con nosotros, como blockchain, IoT, computación cuántica y todas esas cosas de las que oímos hablar, pero que no le damos importancia. No es algo con lo que desayunamos cada día.

 

Pero he aquí que llega la Inteligencia Artificial a nuestras vidas. Una tecnología que, inicialmente, parecía que sí, pero no y desde hace unos pocos meses, es obvio que sí. Y cada día más. Y aquí estamos todos preguntándonos en qué nos puede afectar mientras damos brillo a la armadura que nos proteja, por lo que pueda suceder.

 

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Con ese mismo desconocimiento o incertidumbre, algunos sectores se remueven más que otros. El otro día escribía en estas páginas sobre cómo afecta la IA a los ciudadanos de a pie, y en otra ocasión, también al sector de la educación, con sus profesores y sus estudiantes en un duelo inesperado, con la IA como arma principal.

Ya hay plataformas que están limitando la publicación de libros escritos con herramientas de IA

 

Hoy quiero referirme a otro sector que observa cómo se acerca la IA a su actividad, sin saber con qué intención lo hace. Turno hoy para los editores de libros. Un sector en crecimiento, fenomenalmente representado por la Federación de Gremios de Editores de España, con Daniel y Antonio a la cabeza, y que durante años ha sabido adaptarse a la digitalización, pero al que le toca afrontar un cambio importante. Un nuevo reto, pero que viene muy rápido. Ya hay plataformas que están limitando la publicación de libros escritos con herramientas de IA generativa. Los que viene siendo una instrucción al ChatGpt, con unas pequeñas ideas de guión y dos o tres detalles, para que los chips de IA y sus circuitos electrónicos realicen una combinación de unos y ceros, con el único sentimiento que produce un scalextric de bits intentado juntar palabras, agruparlas en frases y terminarlas en párrafos. El resultado, sin embargo, sí que será valorado con las emociones de cada lector. Una gran contradicción, pero es lo que tenemos ahora mismo.

 

Como creo que ya empieza a ser bastante conocido, la nueva ley europea de IA, permite esta actividad, con la única salvaguarda que que haya alguna etiqueta que informe de que ese libro en cuestión ha sido generado por una aplicación de IA y, por supuesto, que respete los derechos de autor. Y claro, esto puede empezar a ser un problema. Ya existen libros de dibujos hechos con IA para niños. Igual esto nos parece bien, pero de ahí a una novela, se me antoja excesivo. Pues nada, bienvenidos al nuevo mundo editorial. Ahora cuando vayamos a comprar un libro, además del título y el autor, tendremos que ir con una lupa buscando por la portada algo que indique cuánto corazón, experiencia, vivencias y emociones se han tenido en cuenta para escribirlo. Pasen y busquen.

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