Una nueva forma de conversación
Me refería hace aproximadamente un año a diferentes conversaciones y contactos que se cruzaban conmigo, recién debutado en la jubilación.
Desde el exultante jubilado que irradiaba, me inundaba de optimismo, a quien disponía de una metodología organizativa que hacía que no tuviera tiempo de aburrirse y que, además, le proporcionaba un conjunto de posibilidades no definidas totalmente sobre sus opciones en el tiempo libre.
Escuchaba entonces todas estas cuestiones con cierto escepticismo, estableciendo una escala ciertamente incompleta que abarcaba a los que siempre habían estado en estatuto Mr. Wonderful y aquellos que, supuestamente, habían encontrado por fin un orden, tal vez no un sentido, a su situación en las clases pasivas.
Bien.
Han pasado los meses, un año, y estos escenarios han variado sensiblemente, para bueno. Tras escuchar múltiples versiones de cómo iba la cosa entre la parroquia de jubilados de mi edad, la cuestión se ha transformado en una especie de código en el que ya no se pregunta nada.
Todos nos vemos más o menos a las mismas horas, y el caudal de experiencias al respecto va poco a poco circunscribiéndose, irremediablemente reducido, a cuestiones osteo articulares o pandemicamente a operaciones de cataratas, y a ciertas quejas sobre la situación general del país.
Desde ese punto de vista, el tema ofrece una perspectiva más tibia, menos acentuada Y por eso lo veo más digerible.
Lo que ocurre es que pasar de que te acribillen con qué vas a hacer, sin hacer nada, a que todo lo que se hable sea de carácter médico o de prospectiva de círculo mercantil sobre la situación política, a mí me deja un poco insatisfecho.
Por eso busqué una solución, y desde hace casi ya nueve meses lo primero que hago es sacar al perro, Orfeo, que algunos de los lectores recordarán y, después, irme al gimnasio.
La primera medida al entrar en la cinta es ponerme a todo volumen 'Frio frio', de Juan Luis Guerra en dueto con Romeo Santos, mientras observo como los de los temas osteoarticulares me miran, porque ese tema de bachata tiene un punto, sin duda. He descartado definitivamente 'We are the World'.
Pero no es suficiente.
Consciente de ello, una vez a la semana quedo a tomar unas cervezas con un buen amigo. Ahí vuelvo provisionalmente a la vida activa.
Es persona de buena conversación, siempre que no requieras conclusiones nítidas sobre los temas que se ventilan. Sabe escuchar.
Y es ahí, entonces, donde yo me vuelvo abrumador en la conversación, y el me atiende con respeto. Esa segunda forma de conversación, al margen de la primera más arriba citada, es lo más cercano a lo autobiográfico, sin caer en ningún momento en lo nostálgico.
Y me voy nuevo. Y al día siguiente, cuando conecto con la cofradía, introduzco yo también mi aportación al código. Frente a los temas médicos ya citados, y los de análisis político, al final apunto una colaboración que parece que está teniendo aceptación, sorprendentemente.
“En el fondo, no nos podemos quejar”.
Y la cofradía asiente y en mi opinión eso resume, afortunadamente, una nueva forma de conversación.
Linkedin: Francisco Martínez Ruiz